dimecres, 30 de març del 2011

3. Lee el siguiente fragmento:

Aquel cuerpo noble y bien formado, dechado de tantas gracias y cifra de tantas perfecciones, hacía tiempo que iba perdiendo la morbidez de sus formas y las alegres tintas de la salud. Las facciones se adelgazaban insensiblemente; el color pálido de la cara se hacía más notable por el subido carmín que coloreaba una pequeña parte de las mejillas; los ojos aumentaban en aquella clase de brillantez que pinta, aun a los menos conocedores, que padecen el cuerpo y el espíritu a un tiempo mismo; y a estas señales físicas de un profundo padecimiento interior se agregaba aquel paso rápido de la exaltación en las ideas y sentimientos, al desaliento y la melancolía, que indica tan claramente la unión íntima del cuerpo y del espíritu. El otoño había sucedido a las galas de la primavera y a las canículas del verano, y  tendía ya su manto de diversos colores por entre las arboledas, montes y viñedos del Bierzo. Comenzaban a volar las hojas de los árboles, las golondrinas se juntaban para buscar otras regiones más templadas, y las cigüeñas, describiendo círculos alrededor de las torres en que habían hecho su nido, se preparaban también para su viaje. El cielo estaba cubierto de nubes pardas y delgadas por medio de las cuales se abría paso de cuando en cuando un rayo de sol, tibio y descolorido. Las primeras lluvias de la estación que ya habían caído, amontonaban en el horizonte celajes espesos y pesados, que adelgazados a veces por el viento y esparcidos entre las grietas de los peñascos y por la cresta de las montañas, figuraban otros tantos cendales y plumas abandonados por los genios del aire en medio de su rápida carrera. Los ríos iban ya un poco turbios e hinchados, los pajarillos volaban de un árbol a otro sin soltar sus trinos armoniosos, y las ovejas corrían por las laderas y por los prados recién despojados de su yerba balando ronca y tristemente. La naturaleza entera parecía despedirse del tiempo alegre y prepararse para los largos y oscuros lutos del invierno.

El señor de Bembibrede Gil y Carrasco

3.1. A veces los espacios no describen lugares reales o imaginarios de forma objetiva, sino que aparecen como una proyección del personaje. A este tipo de espacio lo llamaremos  espacio subjetivo. Esto sucede en el fragmento anterior. ¿Cómo se identifica espacio y personaje? ¿Qué interpretación debemos darle?

En el primer párrafo se nos hace una descripción de una persona. Mediante el espacio subjetivo, se nos muestra la diferencia entre la descripción de un paisaje y la de un ser humano. Y después de este espacio, se hace la descripción de un paisaje, situado en el segundo párrafo.  



                                                                                                                               Adrià Rabadán

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